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La importancia  de llamarse Gregorio_fullTextLa importancia de llamarse Gregorio

Cuando una mañana Gregor Samsa se despertó de un sueño lleno de pesadillas se encontró en su cama convertido en un bicho enorme, escribió Kafka. María Salerno leyó esto en la clase de literatura del instituto y tuvo claro desde ese día que iba a estudiar bichos. Después supo que ese camino le llevaba a estudiar sin remedio entomología. Por más rara que le pareció la palabra eso no la desanimó. La idea echó raíces y creció en su mente tan rápido como las habichuelas mágicas de Jack. En aquel entonces, María tenía quince años, unas gafas de pasta negra con vidrios muy gordos y la determinación que su escasa experiencia de la vida le daba.

La primera frase de la Metamorfosis de Kafka iba a hibernar en su cabeza como una larva a la espera de la eclosión. Años después, según ella recordaba, al menos en dos ocasiones, la posibilidad de hacerse realidad lo que Kafka había escrito la angustió de un modo irracional.

La primera vez fue en el altar, el día de su boda. El día prometía ser perfecto. Sol radiante, automóvil de lujo, el altar embellecido con adornos de flores preciosas. Se veía espléndida, guapa y feliz; sobre todo después de haberse deshecho de las insufribles gafas que la habían acompañado desde su infancia. Una operación de menos de quince minutos contra la miopía le había cambiado la vida. Mientras avanzaba cogida del brazo de su padre y los invitados la miraban y contenían la respiración, se sintió afortunada. En el momento más solemne, antes de decir ‘sí quiero’, justo en ese momento, cuando el cura empezó a pronunciar el nombre del novio: Gregor… pugh pugh… io, tosió el cura, Gregorio Sanz quieres como esposa a María Salerno, su rostro palideció y las piernas empezaron a temblar. ¿Qué está pasando?, pensó. Hizo un esfuerzo para que las rodillas no cedieran bajo su peso. ¿Por qué se ha atragantado el cura al decir Gregorio? y ¿Porque el sonido que ha hecho al aclararse la garganta me ha recordado al que hacen algunos escarabajos para advertir del peligro? ¿Por qué me acuerdo de Kafka y su maldita Metamorfosis? Durante el resto de la celebración siguió hilvanando en su cabeza preguntas, pensamientos, imágenes y sonidos de toda clase de coleópteros, himenópteros, hemípteros, lepidópteros, opteros y no opteros que la naturaleza alberga y que ella había estudiado. Pensó también que el cura le había fastidiado la boda.