Rafael López

Me llamo Rafael López Rueda. La mayoría de mis familiares, amigos y conocidos prefieren llamarme Rafa. Aunque hay quien se siente más cómodo con Rafael.

¿Por qué escribo? Cada escritor tiene una razón única y personal para dedicarse. En mi caso, cumplidos los treinta años, sentí la pulsión de poner por escrito las historias que me venían continuamente a la mente. Y casi lo logro.

Durante un tiempo conseguí que nada me impidiera hacerlo. Escribí dos novelas y algunos relatos que muy pocas personas allegadas llegaron a leer. La realidad del trabajo diario se impuso al deseo de seguir dedicándome a la escritura de ficción.

Sin embargo, el deseo de contar historias, de escribirlas, no me abandonó. Así que, treinta años después, he retomado con mucha ilusión el camino literario que empecé a andar entonces. Esta vez sin que obligaciones o realidades perentorias puedan estorbar el deseo de convertirme en escritor.

Hay quien vive con la sensación constante de haber llegado tarde. Puede que solo sea una falsa percepción ya que lo que cuenta, dicen algunos, es haber llegado.

Tal vez estas dos impresiones no se contradigan entre sí, y quizás ambas expresen parte de la verdad que arropa nuestra vida.

Mis intentos de zambullirme en la escritura fueron abortados por las responsabilidades que yo mismo me exigía respecto al trabajo. En esos momentos, estaba llamando a una puerta que siempre me había atraído. ¿Por qué no acabé de abrirla del todo?

Ese viaje se interrumpió, no llegué a destino. Cumplidos los 62, con el horizonte del retiro a la vista, busqué en la Escuela de Escritura del Ateneo de Barcelona los buenos oficios de su profesorado. A punto de cumplir los 65, escribir es lo que más satisfacción me proporciona.

Espero no haber llegado tarde.